Blake Lively y Ryan Reynolds forman una pareja increíble y verlos pisar una alfombra roja ya es todo un espectáculo, si esa alfombra roja es la de la MET Gala, todavía más ya que son coanfitriones. Blake Lively –Serena van der Woodsen en nuestros corazones– protagonizó el momento más majestuoso y sorprendente de todo la gala. Estamos acostumbrados a que nos eclipse con sus looks, siempre tan acertados, pero lo de este año… ¡sin palabras! Blake Lively se olvidó por un momento que es de este planeta y nos regaló un momentazo que ningún amante de la moda olvidará.
La obra de arte en cuestión porque lo de vestido se le queda corto, lo firma Atelier Versace con joyas de Lorraine Schwartz y es un diseño hecho a medida compuesto de un bustier con bordados y una sobrefalda con un gran lazo que ¡sorpresa! cambió totalmente minutos después de pisar la alfombra roja, en la misma escalinata, dando paso a un diseño en tonos azul turquesa que resaltaban todavía más la belleza de Blake Lively. El vestido está inspirado en el Empire State Building, el print de la falda simula el cielo del techo de la Grand Central Station y la corona que sella el look, un homenaje a la Estatua de la Libertad. Lo dicho, una obra de arte.
Por mi parte quiero destacar el gran trabajo de su maquillador Kristofer Buckle, en tonos cobres y metálicos, sobre una piel perfectamente pulida y labios terracotta y mucha luminosidad.
Vimos a una Blake Lively natural, sin guión y con una elegancia innata ¡bravo!
El dress code de la noche, inspirado en la época dorada de New York, la Gilded age, un guiño a la exposición que se inaugura estos días en el Met Museum: An Anthology of Fashion. Un recorrido por las décadas más prosperas de New York ¿soy la única que quiere visitar este año la gran mazana?
fotos: VOGUE