Suavina es una de esas marcas de antes, que necesitamos en nuestras vidas ahora. Desde 1880, producen a mano su bálsamo labial, en concreto en Castellón, un producto que desde que lo descubrí, no falta en mi bolso ni en mi mesita de noche, mi secreto para mantener los labios hidratados todo el año y sobre todo en invierno.

Historia

Porque las firmas con historia, me apasionan y si la conoces, aprecias más sus productos y el esfuerzo que les ha llevado al éxito. Estas marcas me inspiran.

En 1880, el farmacéutico Vicente Calduch Solsona, crea “Ungüent de Vila-real”, un remedio para tratar los labios agrietados de los trabajadores del campo. No tardó en hacerse popular e incluso venían de otras localidades para conseguirlo. En ese entonces, se conocía la marca como Laboratorios Calduch, que abrió su propia farmacia en 1909.

Este bálsamo se populariza de tal forma que se gana su propia marca y 1916, nace Dermo-Suavina.

Como novedad, Suavina presenta su bálsamo labial en formato tubo (que es el que hora llevo en el bolso) con aroma a cítricos y mentolado, es fantástico para proteger los labios en esta época de frío, pero también para reparar labios dañados por catarros.

Otro de sus productos icónicos, es su jabón natural, de textura suave y cremosa, con aceites que hidratan y protegen la piel, a la vez que la protegen de agentes externos. El extracto de mirra se encarga de dejar la piel limpia.

Otra novedad, es su crema de manos, enriquecida con aceites y con la que notas una intensa hidratación desde la primera aplicación. Aceite de argán, crema de karité o extracto de romero, son alguno de sus ingredientes.

Aparte de unas estudiadas fórmulas que SÍ funcionan (por algo llevan dando guerra desde 1880 y siguen) esta marca me ha enamorado por su aroma. Sus productos huelen a limpio, al tocador de la abuela, aromas empolvados, frescos, naturales…

Entre eso y su packaging, me siento como si estuviera en otra época…

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